sábado, 24 de marzo de 2018

Emergencias Infecciosas

EMERGENCIAS INFECCIOSAS

FIEBRE

Es considera normal la temperatura corporal de 37 °C y en individuos sanos este valor puede variar entre 0,5 y 1 °C de acuerdo con el ritmo circadiano, el ciclo menstrual o el ejercicio.
La definición de fiebre es arbitraria y depende de los propósitos para los que se piensa utilizar. Así, algunos definen la fiebre como elevación de la temperatura central por encima de 38 °C, otros como elevación en más de dos oportunidades consecutivas de la temperatura por encima de 38,3 °C. Mientras menor sea la cifra para definir la fiebre, mayor sensibilidad habrá, pero a la vez, debido a la baja especificidad, llevará a ordenar exámenes de laboratorio, radiografías y otros estudios costosos y frecuentemente no conducentes al diagnóstico.
Cuando aparece la fiebre, generalmente se acompaña de aumento en la frecuencia del pulso, a razón de 15 pulsaciones por cada grado centígrado; pero en algunos casos se presenta bradicardia o no hay aumento consecuente, lo cual se conoce como “disociación esfigmotérmica”. 
Con cada uno de estos patrones se asocia un tipo de patología. Por esta razón es importante establecer en el análisis de la fiebre sus valores matutinos y vespertinos, que pueden cambiar con el ejercicio (actividad muscular), el metabolismo (comidas, reposo, ciclos circadianos), su tendencia y patrón. 
También es importante usar un instrumento adecuado, que puede ser un termómetro de mercurio oral o rectal, electrónico ótico, de cinta o digital, pero en todo caso calibrado. De ellos los más precisos siguen siendo los de mercurio y los menos confiables los de cinta.
Ordinariamente la temperatura corporal no supera los 40 o 41ºC, excepto cuando hay lesión del sistema nervioso central (tumores, hemorragias) y rara vez en la insolación o shock por exposición solar, caso en el cual no se habla de fiebre sino de hipertermia; el ser humano puede tolerar esta condición por unas cuatro horas como máximo.
La fiebre se produce por alteraciones de la termorregulación en el hipotálamo, donde existe un centro o pequeña agrupación de neuronas termosensibles cerca del piso del tercer ventrículo. Piró- genos exógenos y endógenos pueden estimular el centro de la termorregulación. Estos incluyen virus, productos bacterianos, endotoxinas, complejos inmunes y linfoquinas liberadas a partir de linfocitos sensibilizados.

Etiología

En el síndrome febril agudo las causas más frecuentes son infecciosas; en el crónico las infecciones son también la primera etiología, seguida por neoplasias, enfermedades del colágeno y enfermedades granulomatosas.
Además, muchos agentes infecciosos de tipo bacteriano, protozoos y virus pueden causar fiebres hemorrágicas. 
Al comienzo de estos síndromes, los signos y síntomas (fase prodrómica) son prácticamente indistinguibles. Entre las Fiebres Hemorrágicas Virales se incluyen las causadas por varias familias de virus RNA y DNA.
Las fiebres de origen desconocido (FUO) con sus diversas causas probables, son:
  • Infecciones (40%): tuberculosis, endocarditis infecciosa subaguda, infección urinaria, infecciones por citomegalovirus (CMV), absceso hepático.
  • Neoplasias (20%): hipernefroma, tumor pancreático, cáncer pulmonar, leucemia. 
  • Enfermedades del tejido conectivo: artritis reumatoidea, lupus eritematoso, poliarteritis nodosa, polimiositis.
  • Menos comunes (20%): enfermedad granulomatosa, enteropatías inflamatorias (enteritis regional), tromboembolismo pulmonar, hipertiroidismo.
Patrones de fiebre 
Un patrón febril no debe ser considerado como patognomónico del cuadro causado por un agente infeccioso, pero puede convertirse en valiosa pista para el estudio etiológico. Estos patrones incluyen: 

Fiebre intermitente 
  • Se caracteriza por amplia oscilación en las cifras de temperatura. El uso generalizado de antipiré- ticos es una de las causas más comunes de este patrón intermitente. También se ve en la tuberculosis diseminada, en pielonefritis aguda con bacteremia y muy frecuentemente en la Malaria (Paludismo).
 Fiebre continua
  • Es aquella que se presenta con elevaciones moderadas pero persistentes en la temperatura corporal, con mínimas fluctuaciones. Orienta a pensar en Brucelosis, Fiebre Tifoidea y Neumonía Neumocócica.
Fiebre remitente 
  • Es similar a la intermitente excepto porque las fluctuaciones son menos acentuadas, sin que retorne la temperatura a cifras normales. Se ve en las infecciones virales respiratorias severas por Influenza, neumonía por Micoplasmas y malaria por Plasmodium falciparum. 
Fiebre recurrente 
  • Se caracteriza por periodos de fiebre alternados con periodos afebriles. Durante los episodios febriles la fiebre puede presentarse en una de las formas antes descritas.
Diagnóstico

El diagnóstico de un síndrome febril debe empezar por definir si se trata de un caso agudo (menos de una semana de evolución), de Fiebre Prolongada (1 a 3 semanas de evolución) o de Fiebre de Origen Desconocido (FUO), con más de tres semanas de evolución.
Para definir si la posible causa es infecciosa se deben tomar muestras pertinentes para confirmar la etiología antes de iniciar tratamiento específico.

Tratamiento

El manejo de la fiebre, mientras se define su etiología, es esencialmente sintomático y de soporte. Ese manejo inicial debe incluir la aplicación de medios físicos como esponjas con agua fría, bolsas con hielo en abdomen, regiones inguinal y axilar y el baño general con agua tibia. Es universal la tentación de iniciar antibióticos de amplio espectro, sin haber tomado las muestras de laboratorio para establecer la etiología, como si los antibióticos fueran antipiréticos. Esto solo contribuye a enmascarar signos y síntomas importantes, a modificar resultados de laboratorio que servirían de diagnóstico y en otros casos a complicar el cuadro inicial con sobreinfección bacteriana o micótica oportunista, como puede ocurrir en las enfermedades virales. Por esta razón, salvo en aquellos casos en los cuales sea evidente la etiología o esté seriamente amenazada la vida del paciente, no se recomienda utilizar antibióticos ni combinaciones de los mismos. El único caso en que está indicado el uso de antibióticos en forma empírica es en las llamadas “urgencias infecciosas”, a saber: meningitis bacteriana, encefalitis viral, endocarditis bacteriana aguda, endoftalmitis, fiebre en pacientes esplenectomizados y fiebre en el paciente neutropénico.

MENINGITIS AGUDA

L as características epidemiológicas de la meningitis bacteriana aguda varían en relación con la población estudiada
La meningitis debida a Haemophilus influenzae tipo B ha sido casi eliminada en su totalidad en el mundo occidental debido al inicio de la vacunación contra este organismo; y con la introducción de vacunas conjugadas contra el Streptococcus pneumoniae se espera que se reduzca la carga de pacientes con meningitis por pneumococo en la infancia de manera significativa.

FISIOPATOLOGÍA

La habilidad de las bacterias para entrar entre la piamadre y la aracnoides es un proceso que requiere la evasión del sistema inmune del huésped. Las bacterias responsables de producir la meningitis atacan el epitelio nasofaringeo y son casi todas capaces de secretar proteasas de IgA que previenen su destrucción y les permiten atravesar el epitelio e invadir el espacio intravascular. Las interacciones entre la cápsula de polisacárido y las proteínas reguladoras del complemento protegen a las bacterias del sistema del complemento, incrementando su habilidad para cruzar la barrera hematoencefálica (BHE) y entrar al líquido cefalorraquídeo (LCR).
La BHE esta compuesta de capilares no fenestrados, sus células endoteliales forman uniones estrechas que sellan las hendiduras paracelulares entre las membranas endoteliales adyacentes y previenen la difusión pasiva desde el espacio intravascular al parénquima cerebral. En el sistema nerviosos central (SNC), una concentración relativamente baja de inmunoglobulina y un sistema del complemento débil permiten la replicación bacteriana. Mediadores endógenos de la inflamación como la interleuquina IL-1, IL-6 y el factor de necrosis tumoral FNT-a, los cuales hacen parte de la respuesta inmune del huésped, se cree que contribuyen a la lesión neurológica por estimulación de la migración de neutrófilos dentro LCR. Estos se degranulan y causan aumento en la permeabilidad de la BHE, produciendo edema cerebral vasogénico. 
La reacción inflamatoria es la encargada de consumir la glucosa y aumentar las proteínas del LCR. Es quizá por este mecanismo que las primeras dosis de antibióticos, al aumentar la destrucción de los microorganismos y liberar más lipopolisacáridos, pueden aumentar los signos clínicos de la meningitis; también es la razón por la cual algunos antibióticos (como la vancomicina) mejoran su penetración al SNC y producen rápida esterilización del LCR. 

Definición 

La meningitis aguda se define como el proceso inflamatorio que afecta las leptomeninges (piamadre y aracnoides) y LCR. Es originada por bacterias o virus como causas infecciosas y por medicamentos, enfermedades sistémicas o neoplasias como causas no infecciosas. La meningitis aguda se divide en aséptica y séptica o supurativa según la etiología y las características en el líquido cefalorraquídeo.

Causas de meningitis aguda 

La causa más frecuente de “meningitis aséptica” es por virus y generalmente se utiliza esta terminología para incluir todos los tipos de meningitis con cultivos negativos para bacterias en el LCR. El diagnostico diferencial de las meningitis asépticas es amplio e incluye las meningitis bacterianas parcialmente tratadas y otras infecciones por bacterias como la tuberculosis, la leptospira, el micoplasma y la Enfermedad de Lyme. 

Cuadro clínico

La meningitis aséptica aguda se presenta en tiempo inferior a tres semanas, con signos y síntomas de inflamación meníngea, cefalea y fiebre de 38 a 40 ºC, sin afectación del parénquima cerebral. Los hallazgos característicos en el LCR son pleocitosis a expensas de linfocitos, glucosa normal y cultivos bacterianos en LCR negativos. En las meningitis virales se presenta un prodromo de fiebre, escalofrío y mialgias, seguido a los pocos días por fiebre de inicio abrupto, cefalea y meningismo. Se encuentran otros síntomas como faringitis y en 5 a 10% de los casos, crisis epilépticas febriles, alteración del estado de conciencia hasta el coma y trastornos del movimiento. Al examen neurológico los signos de Kernig y Brudzinski están presentes en una tercera parte de los pacientes.
La meningitis bacteriana o séptica aguda es una urgencia médica, neurológica e incluso neuroquirúrgica, con morbilidad de 60% y mortalidad de hasta 25%. Clínicamente menos de la mitad de los pacientes presentan los signos y síntomas clásicos como fiebre, rigidez de nuca y alteración del estado de conciencia. En más de 95% de los casos se presentan por lo menos dos de los siguientes signos y síntomas según su frecuencia: cefalea, rigidez de nuca, fiebre y alteración de conciencia. 

Tratamiento

Cuando se sospecha infección meníngea se debe evaluar la vía aérea, la ventilación y la circulación del paciente, realizar el examen neurológico y solicitar exámenes de laboratorio como hemocultivos, gases arteriales, química sanguínea y radiografía del tórax. Si se presentan complicaciones como shock séptico, coagulopatía o coagulación intravascular diseminada (CID) se recomienda trasladar al paciente a la unidad de cuidado intensivo, para monitoreo del estado de conciencia, el desarrollo de nuevos síntomas neurológicos, control de crisis epilépticas, tratamiento de desequilibrios hidroelectrolíticos (cerebro perdedor de sal, hiponatremia secundaria al síndrome inadecuado de secreción de hormona antidiurética o exacerbación de la hiponatremia por aumento en la administración de líquidos intravenosos durante la reanimación) y tratamiento de la agitación severa. Una vez estabilizado el paciente, realizar punción lumbar para aclarar el diagnóstico. Si se trata de Cuando se sospecha infección meníngea se debe evaluar la vía aérea, la ventilación y la circulación del paciente, realizar el examen neurológico y solicitar exámenes de laboratorio como hemocultivos, gases arteriales, química sanguínea y radiografía del tórax. 

Si se presentan complicaciones como shock séptico, coagulopatía o coagulación intravascular diseminada (CID) se recomienda trasladar al paciente a la unidad de cuidado intensivo, para monitoreo del estado de conciencia, el desarrollo de nuevos síntomas neurológicos, control de crisis epilépticas, tratamiento de desequilibrios hidroelectrolíticos (cerebro perdedor de sal, hiponatremia secundaria al síndrome inadecuado de secreción de hormona antidiurética o exacerbación de la hiponatremia por aumento en la administración de líquidos intravenosos durante la reanimación) y tratamiento de la agitación severa. Una vez estabilizado el paciente, realizar punción lumbar para aclarar el diagnóstico.
 
En adultos entre los 16 y los 50 años con meningitis bacteriana adquirida en la comunidad, sin factores de riesgo, se recomienda iniciar el tratamiento con una cefalosporina de tercera generación (cefotaxime 2 g IV cada 6 horas o ceftriaxone 2 g IV cada 12 horas) más vancomicina, por los casos de S. pneumoniae resistente a penicilina o S. aureus meticilino resistente, hasta identificar y determinar la susceptibilidad antibiótica del agente causal. En adultos mayores de 50 años o en personas con factores de riesgo (inmunosupresión) se recomienda adicionar ampicilina (para cubrir Listeria monocytogenes) a la cefalosporina de tercera generación más la vancomicina

SUPRAGLOTITIS Y EPIGLOTITIS AGUDA

La epiglotis es una estructura cartilaginosa ubicada en la parte posterior de la lengua que se cierra durante la deglución. La epiglotitis, o mejor llamada supraglotitis, es la inflamación de este cartílago.
La epiglotitis es una celulitis bacteriana de las estructuras supraglóticas, que puede obstruir completamente la vía aérea superior. Su incidencia aumenta en épocas de invierno y primavera. En 15 a 21% de los casos se requiere intubación orotraqueal o traqueostomía de emergencia; los demás casos resuelven con un manejo antibiótico apropiado. En ciertos pacientes la terapia con corticoesteroides intravenosos suele ser benéfica.

Fiopatología

Luego de la infección por el microorganismo causal, se produce edema progresivo de las estructuras supraglóticas; con la vía aérea parcialmente ocluida se retienen secreciones que la obstruyen aún más. En los cortes histológicos se puede observar infiltrados de linfocitos polimorfonucleares inmaduros y edema inflamatorio.

Manifetaciones clínicas

Es importante el pronto reconocimiento de los síntomas con el fin de instaurar un tratamiento oportuno y evitar resultados fatales. Los síntomas más comunes son odinofagia, disnea, disfagia y fiebre. En los niños además hay irritabilidad y usualmente llegan con apariencia tóxica, con signos clínicos de obstrucción de la vía aérea superior, estridor inspiratorio, taquipnea, signos de dificultad respiratoria –como retracciones costales, uso de músculos accesorios y sialorrea–. En la mayoría de los casos el habla se ve limitada por el dolor.

Debido a la obstrucción respiratoria, los pacientes asumen una posición apoyados hacia adelante, como olfateando (“posición en trípode”). Puede ocurrir laringoespasmo con aspiración de secreciones en una vía aérea que ya está obstruida, lo cual puede progresar a paro respiratorio.

La tos o ronquera usualmente no se presenta, pero hay disfonía. El paciente prefiere quedarse quieto y evitar hasta la mínima actividad. Revisiones recientes han encontrado que un factor de riesgo para un curso rápido y fatal son los pacientes inmunosuprimidos (VIH, diabetes mellitus, cáncer).

Diagnóstico

Se debe reconocer la emergencia y prevenir la obstrucción de la vía aérea; el diagnóstico se hace por inspección directa de la laringe en un ambiente controlado, usualmente en salas de cirugía y con la presencia de un anestesiólogo. En un paciente que coopera se puede ver la faringe sin bajalenguas para descartar amigdalitis o abscesos faríngeos. En estos pacientes están contraindicados los intentos por visualizar la faringe en el servicio de urgencias o en un consultorio si no cuentan con el equipo para manejar obstrucción de la vía aérea.

Las radiografías laterales de cuello pueden ser útiles para el diagnóstico; tienen sensibilidad de 88% y son utilizadas frecuentemente en niños con el fin de excluir otras causas de obstrucción de la vía aérea, como cuerpos extraños. En caso de practicarse estudios radiológicos, siempre se debe disponer de todo el equipo para manejo inmediato de la vía aérea. En las radiografías usualmente se puede visualizar la epiglotis engrosada y redondeada (signo del dedo pulgar) con la subglotis normal, y frecuentemente se ve adelgazamiento y protuberancia de los pliegues ariepiglóticos y distensión de la hipofaringe; la vía aérea aparece normal.

Tratamienoto

El manejo inicial de esta entidad debe ser multidisciplinario; se debe contar con un equipo que incluya otorrinolaringólogo, anestesiólogo, pediatra, radiólogo, entre otros. 
El objetivo principal es asegurar la vía aérea. Si no está comprometida y se sospecha epiglotitis, se debe vigilar al paciente en un sitio donde existan las facilidades para manejar la emergencia, que puede requerir intubación con critotiroidotomía y/o traqueostomía. El paciente naturalmente asume su posición para maximizar la ventilación; toda maniobra que ponga en riesgo una vía aérea ya parcialmente obstruida está contraindicada.
Cualquier conducta que haga llorar al niño puede precipitar la obstrucción de la vía aérea; se debe evitar en lo posible extraer muestras de sangre, desvestirlo, examinar la faringe, inmovilizarlo para tomar radiografías, separarlo de los padres y, especialmente, colocarle líneas intravenosas.

Se debe establecer una vía aérea definitiva, ya sea por vía oro/nasotraqueal, idealmente en una sala de cirugía o en una unidad de cuidado intensivo; algunas publicaciones recomiendan la intubación de rutina en todos los pacientes con epiglotitis, ya que el edema progresivo haría aun más difícil una vía aérea difícil. Se considera como una medida temporal, debido a la rápida respuesta a los antibióticos, con rápida resolución del edema, generalmente en las 48 a 72 horas posteriores a la instauración del tratamiento. 

INFLUENZA

L a Influenza es una infección respiratoria aguda grave que si se complica puede ser mortal. Es causada por los virus del mismo nombre, Influenza A, B, C. Afecta las vías respiratorias altas (nariz, garganta) y bajas (pulmones). Se presenta como brotes localizados estacionales (epidemias) y a veces como pandemias (epidemias mundiales), que generalmente son precedidas de epizoodemias (epidemias en animales).

Manifestacionesz clínicas

El cuadro clínico es similar a un resfriado común que puede ser causado por muchos otros virus, del cual se puede distinguir porque presenta síntomas más severos.
Los síntomas severos de influenza se resuelven generalmente después de 5 a 7 días en la mayoría de las personas, pero la tos y el malestar persisten por 2 a 3 semanas. Algunos pacientes, especialmente aquellos con factores de riesgo como neumopatía y/o cardiopatía crónica preexistente, inmunosupresión, desarrollan neumonía y sus complicaciones. Tienen alto riesgo de complicarse y morir por Influenza los niños menores de un año, especialmente los desnutridos menores de un mes, y los adultos mayores de 65 años, por la inmadurez del sistema respiratorio e inmune en el primer caso y por su agotamiento en el segundo.

Síntomas del resfriado común y la gripa(influenza)

 Diagnostico

Se puede hacer a partir de secreciones respiratorias, por cultivos en células, embriones de pollo, examen directo por inmunofluorescencia y pruebas rápidas de inmunocromatografía (casete). Las pruebas de inmunofluorescencia tardan unas 2 a 3 horas; las de inmunocromatografía, unos 30 minutos. También se pueden detectar anticuerpos en sangre tipo IgG e IgM por ELISA y el RNA por pruebas de amplificación genética como PCR y NASBA. En Latinoamérica los países más afectados por la influenza eran Argentina, Uruguay, Paraguay, Chile y una parte de Brasil, durante las estaciones de otoño-invierno.
La situación demográfica también cambió dramá- ticamente. De países rurales y con población relativamente pequeña aumentó la prevalencia de zonas urbanas y megalópolis como Bogotá, que concentra casi el 20% de esa población; además, en condiciones de pobreza, hacinamiento, mala higiene ambiental y es en una de las ciudades con mayor contaminación ambiental y polución del mundo.

Tratamiento

El tratamiento sintomático está dirigido a permeabilizar las vías aéreas y a una buena hidratación, con uso de mucolíticos como la N-acetilcisteína y nebulizaciones. Actualmente hay varios medicamentos con acción antiviral sobre los agentes de la Influenza: la amantadina o cloruro de simmetrel, la rimantadina, un análogo modificado químicamente y los inhibidores de proteasa, osetalmivir y zanamivir. La amantadina y la rimantadina tienen acción sobre los virus de Influenza A solamente (no sobre B y C); sin embargo, algunas cepas, como la A (H3N2), que circuló en 2005-2006, son resistentes. Estos antirretrovirales causan algunos efectos colaterales, como insomnio y sequedad de mucosas. Además, la resistencia a estos medicamentos se desarrolla rápidamente, por lo que no se recomienda su elección para el tratamiento y profilaxis de la Influenza.

Osetalmivir (Tamiflu®, Roche). 

Se consigue en cápsulas de 98,5 mg de fosfato de Oseltamivir, equivalentes a 75 mg de oseltamivir. Se absorbe en su totalidad por vía oral y se transforma en el metabolito activo por acción de las esterasas intestinales y hepáticas. Se distribuye fácilmente a los pulmones, pituitaria nasal, oído medio y tráquea. El máximo de su concentración plasmática se consigue entre 2 y 3 horas después de administrada y llega a ser 20 veces superior a la de la prodroga. Hay un 75% de conversión del oseltamivir al metabolito activo, proporcional a la dosis administrada. El metabolito activo no se sigue transformando y se excreta en la orina en un 90%; el resto en heces fecales.  

Sus efectos secundarios principales son vómito, insomnio, cefalea, náuseas y dolor abdominal; con menor frecuencia, diarrea, congestión nasal, tos, vértigo, dolor de garganta, mareos y fatiga. La dosis oral recomendada es 75 mg 2 veces al día, durante 5 días. El tratamiento debe iniciarse dentro de los dos primeros días siguientes al comienzo de los síntomas. En pacientes con insuficiencia renal importante (<30 ml/min de depuración de creatinina) se debe ajustar la dosis a 75 mg (1 cápsula)/día.

Zanamivir (Relenza®, Glaxo-SKB).

Tiene acción similar al Osetalmivir sobre virus de influenza A y B. Es un polvo para inhalaciones 2 veces/día mediante un dispensador plástico que se activa con la respiración, llamado diskhaler.  Solo se ha aprobado para uso en mayores de siete años. Está contraindicado en pacientes con EPOC y asma severa, en quienes puede agravar la sintomatología y originar hospitalizaciones y hasta muerte. Se ha informado después de su aprobación para uso humano que en pacientes con asma moderada puede desencadenar episodios de broncoespasmo severo.

Para tratamiento de influenza, la dosis es de 10 mg/día (2 inhalaciones), durante 5 días. Para profilaxis de influenza, 10 mg/día (2 inhalaciones), durante 10 a 28 días.

Vacuna para la Influenza

La “vacuna contra la gripe”, inyectable: vacuna inactivada (elaborada con virus muertos) que se administra mediante una inyección, generalmente en el brazo. Este tipo de vacuna está aprobado para personas de más de 6 meses de edad, tanto sanas como aquellas que tienen afecciones mé- dicas crónicas.
La vacuna contra la gripe de aplicación mediante atomizador nasal: elaborada con virus vivos debilitados que no causan la gripe (algunas veces denominada vacuna viva atenuada o LAIV, por su siglas en inglés - Live Attenuated Influenza Vaccine). La LAIV está aprobada para personas sanas de 2 a 49 años de edad, con la excepción de las mujeres embarazadas.
Cada vacuna contiene tres virus de la gripe: un virus A (H3N2), un virus A (H1N1) y un virus B. Los virus que se utilizan en la elaboración de la vacuna cambian todos los años con base en las actividades de vigilancia internacional y las estimaciones de los científicos sobre qué tipos y cepas de virus circularán en un año en particular.
Aproximadamente 2 semanas después de la aplicación de la vacuna, el organismo comienza a producir anticuerpos que lo protegen contra la infección por el virus de la gripe.

ENFERMEDAD PÉLVICA INFLAMATORIA

L a enfermedad pélvica inflamatoria es una infección polimicrobiana que compromete los órganos de la pelvis con microorganismos provenientes, generalmente, de la vagina; entre los órganos afectados se encuentran el cuello uterino, el útero, el endometrio, las trompas de Falopio y las estructuras adyacentes. Es la entidad infecciosa más frecuente que afecta a mujeres entre los 15 y los 25 años. En el 94% de los casos se encuentra asociada a enfermedades de transmisión sexual. 

La enfermedad usualmente afecta a mujeres jóvenes, sexualmente activas, en la segunda o tercera décadas de la vida. Esto parece depender de la alta prevalencia de enfermedades de transmisión sexual en estos grupos de edad, la falla en el uso de métodos anticonceptivos y la tendencia a la ectopia cervical que favorece el desarrollo de infección por Chlamydia trachomatis y Neisseria gonorrhoeae. Las mujeres menores de 30 años son las de más frecuente hospitalización por la enfermedad, aunque en el grupo de mayores de 40 años son más frecuentes el absceso tubo ovárico y la peritonitis y, por lo tanto, hay una respuesta menos adecuada al tratamiento.

Se han identificado factores de riesgo que predisponen para la presencia de la enfermedad, así como de sus complicaciones:
  • Múltiples compañeros sexuales. 
  •  Dos o más compañeros sexuales en las cuatro semanas previas al evento. 
  •  Nuevo compañero sexual en las cuatro semanas previas al evento. 
  •  Uso de anticonceptivos sin barrera. 
  •  Uso inadecuado del condón. 
  •  Tabaquismo, e  Instrumentación del cuello uterino y colocación del dispositivo intrauterino (DIU), en los primeros cuatro meses después de su inserción.
Fisiopatología

Los órganos genitales femeninos internos (útero, ovarios y trompas) son estériles, excepto por pequeños inóculos transitorios de bacterias que ocurren especialmente durante las menstruaciones. La enfermedad pélvica inflamatoria puede producirse cuando las bacterias ascienden al aparato genital superior. Por supuesto, la competencia inmunológica y otras variables como el estado nutricional, determinan en gran parte la susceptibilidad de una paciente a la agresión bacteriana.
Algunos casos de enfermedad pélvica inflamatoria y de absceso pélvico pueden ser consecuencia de instrumentación del aparato genital femenino. Los procedimientos como legrado uterino, inserción del DIU, persuflación, hidrotubación o histerosalpingografía, pueden facilitar la contaminación del aparato genital superior por bacterias aerobias y anaerobias que son residentes normales de la vagina y el cuello uterino. También se puede producir enfermedad pélvica inflamatoria por continuidad de infecciones en órganos adyacentes, como apéndice y colon.

Como resultado de esta infección ascendente que alcanza las trompas y de la reacción inflamatoria que se produce, van a ocurrir dentro de la trompa fenómenos de vasodilatación, trasudación de plasma y destrucción del “endosalpinx”, con la consiguiente producción de un exudado purulento. En los primeros estadíos de la enfermedad la luz de la trompa permanece abierta, con lo cual se permite que este exudado salga por la fimbria hacia la cavidad pélvica, lo que produce peritonitis pélvica. Como resultado de esta inflamación peritoneal, las estructuras adyacentes, como ovarios, ligamentos anchos, mesenterio, intestino delgado, colon sigmoide y ciego, se comprometen en el proceso inflamatorio. La tensión de oxígeno en estos tejidos inflamados y necróticos disminuye, lo que favorece el crecimiento de flora anaerobia. La destrucción del tejido con su posterior degradación lleva a la formación de abscesos.

Cuadro Clínico

La forma de presentación de la enfermedad pélvica inflamatoria es muy variada. El dolor abdominal es el síntoma más constante; se presenta en 95% de los casos y, aunque es inespecífico, tiende a localizarse o a ser más intenso en los cuadrantes inferiores del abdomen. Generalmente es bilateral, de intensidad variable que aumenta con el coito, la exploración clínica, los cambios de posición y la maniobra de Valsalva. En el examen ginecoló- gico se puede encontrar dolor a la movilización del cuello uterino, el útero o los anexos. En 5 a 10% de las pacientes puede encontrarse dolor en el hipocondrio derecho que sugiere perihepatitis o síndrome de Fitz-Hugh-Curtis (adherencias inflamatorias de la cápsula hepática al peritoneo parietal).

Hasta el 75% de las pacientes presentan leucorrea, asociada o no con sangrado genital anormal causado por endometritis. También se puede encontrar fiebre, náuseas, vómito, distensión abdominal y disuria. Jacobson ha encontrado una correlación lineal entre el número de variables clí- nicas presentes en las pacientes y la confiabilidad del diagnóstico clínico. Las pacientes con infección por C. trachomatis pueden cursar con salpingitis subclínica o subaguda, con secuelas de adherencias e infertilidad.

Diagnóstico 

Se han adoptado los siguientes criterios clínicos para el diagnóstico de la enfermedad pélvica inflamatoria.
  • Criterio mayor o mínimo necesario para hacer el diagnóstico: Dolor en hipogastrio, dolor a la movilización del cuello uterino o dolor a la palpación de los anexos.
Criterios menores:
  • Temperatura ≥ 38 °C.
  • Material purulento obtenido por culdocentesis o laparoscopia. 
  •  Masa al examen físico o por ultrasonido. 
  •  Leucocitosis mayor de 10.500/mm3 . 
  •  VSG>15 mm/hora. • PCR elevada. 
  •  Evidencia de colonización cervical por gonococo o C. trachomatis. 
  •  Presencia de más de 5 leucocitos/campo de 100X en la coloración de Gram de secreción endocervical.
Tratamiento

El tratamiento integral de la paciente con enfermedad pélvica inflamatoria incluye: 
  • Evaluación de la gravedad de la infección.  
  • Administración de los antibióticos adecuados. 
  • Procedimientos quirúrgicos en los casos indicados.  
  • Medidas de soporte, y  
  • Tratamiento del compañero sexual. El objetivo principal del tratamiento es evitar las secuelas de la enfermedad.
 Terapia Antimicrobiana

Esquema A: 
  • ofloxacina, 400 mg, por vía oral cada 12 horas por 14 días, o levofloxacina, 500 mg, por vía oral cada 24 horas por 14 días, con metronidazol o sin él, 500 mg, por vía oral cada 12 horas por 14 días.
Esquema B: 
  • cefoxitin, 2 g, por vía intramuscular, o ceftriaxona, 250 mg, por vía intramuscular, seguido de doxiciclina, 100 mg, por vía oral cada 12 horas por 10 a 14 días, con metronidazol o sin él, 500 mg, por vía oral cada 12 horas por 14 días.
ENFERMEDADES DE TRANSMISIÓN SEXUAL

Diecinueve millones de Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS) ocurren cada año. Se observan con mayor frecuencia entre los 15 y los 24 años. Las mujeres son más frecuentemente afectadas entre los 15 y 19 años, con altas tasas de infección producida por Neisseria gonorrhoeae y Chlamydia trachomatis.  
 
En todos los casos se debe realizar una anamnesis cuidadosa, un examen físico exhaustivo, pruebas serológicas y la notificación y tratamiento del compañero sexual. Si la sospecha clínica lo amerita se debe practicar un examen directo, coloración de Gram y cultivos.Lo más importante es la prevención primaria eliminando los factores de riesgo, realizando tamizaje en las poblaciones susceptibles y la vacunación, a fin de evitar las secuelas, tanto físicas como psicológicas, secundarias a las ETS.
Dentro de los factores de riesgo para contraer una ETS se encuentran la edad, más marcados en los adolescentes, múltiples compañeros sexuales, homosexualidad, usuarios de medicamentos intravenosos, comorbilidades e inmunosupresión.
 
Evaluación

n todos los pacientes que se encuentran sintomáticos se debe realizar una historia clínica completa, con énfasis en los hábitos y comportamientos sexuales. El interrogatorio debe contener las siguientes preguntas básicas: antecedentes personales, hábitos sexuales, prácticas sexuales,
número y tipo de contactos sexuales anteriores, uso de preservativo, alergias a fármacos y hábitos tóxicos (alcohol, cigarrillo, alucinógenos). Es importante establecer el tiempo de iniciación de la enfermedad actual y, en el examen físico, identificar no solo la lesión motivo de la consulta, sino la búsqueda de lesiones cutáneas, genitales, ginecológicas y anales.
Se recomienda realizar exámenes complementarios con el fin de identificar el patógeno causal de la enfermedad, para su tratamiento oportuno y efectivo 

Las pruebas más importantes, en términos generales, son:

Coloración de Gram:
  •  Para secreciones uretrales, vaginales, de endocérvix y de recto. 
Citología: 
  • Para secreciones vaginales, lesiones vesiculosas en el herpes (prueba de Tzanck) y para condilomas.
Pruebas para Chlamydia, hepatitis C y B y prueba VIH. 
  • En la consulta externa se deben recordar las pruebas para hepatitis, serología para sífilis, Chlamydia y VIH. 
 Chancroide 

Aproximadamente 10% tiene coexistencia con Treponema pallidum o herpes virus. El diagnóstico se realiza con la identificación del Haemophilus ducreyi, bacteria Gram negativa, en cultivos de las secreciones, con una sensibilidad de 80%. Se caracteriza por la aparición de úlceras genitales dolorosas, de corta duración, que no hacen recurrencia, son muy secretantes, con eritema a su alrededor, y se acompañan de adenopatías satélites, las cuales tienen tendencia a ulcerarse y supurar.

La terapia recomendada es: - 
  • Azitromicina 1 gramo VO, única dosis. 
  • Ceftriaxona 250 mg, IM, dosis única. 
  • Ciprofloxacina 500 mg, VO, cada 12 horas por 3 días. 
  • Eritromicina 500 mg, VO, cada 6 horas por 7 días.
Granuloma inguinal

Esta entidad es causada por una bacteria gram negativa intracelular, conocida como Calymatobacterium granulomatis. Aunque es infrecuente, suele ser endémica en regiones tropicales. Se caracteriza por lesiones ulcerativas no muy dolorosas, de borde infiltrado, lenta progresión, pero con tendencia a destruir la zona y sin linfadenopatía regional. El microorgasnismo es difícil de cultivar, por lo que se requiere su detección por medio de la visualización de cuerpos de Donovan en los preparados de tejidos o biopsias.
La frecuencia es mayor, más del doble, en los hombres que en las mujeres, y rara vez se presenta en niños o en ancianos. 
La frecuencia es mayor, más del doble, en los hombres que en las mujeres, y rara vez se presenta en niños o en ancianos.
La frecuencia es mayor, más del doble, en los hombres que en las mujeres, y rara vez se presenta en niños o en ancianos.
  • Doxiciclina 100 mg, cada 12 horas por 3-4 semanas. 
  • Azitromicina 1 gramo, 1 vez a la semana por 3 semanas. 
  • Ciprofloxacina 750 mg, cada 12 horas por 3 semanas. 
  • Eritromicina 500 mg, cada 6 horas por 3 semanas. 
  • Trimetropin-sulfametoxasol 160/800 mg, cada 12 horas por 3 semanas + gentamicina 1 mg/ kg IV cada 8 horas.
En cuanto al tratamiento del compañero sexual, no se ha encontrado ningún beneficio, si este se encuentra asintomático. En el embarazo están contraindicadas las sulfas, la doxiciclina y la ciprofloxacina: se debe realizar el tratamiento con azitromicina o eritromicina, y considerar la adición de un aminoglucósido.

Uretritis Puede resultar de causas infecciosas y no infecciosas. Generalmente se presenta con descarga 
purulenta, disuria y prurito uretral. La N. gonorrhoeae y la C. trachomatis son los microorganismos causales más frecuentes y usualmente coexisten, por lo que el tratamiento debe estar dirigido contra ambos. Se han desarrollado programas para realizar tamizaje anualmente de infección contra C. trachomatis en poblaciones de alto riesgo. El diagnóstico se hace por medio de cultivos de las secreciones, Reacción en Cadena de la Polimerasa (PCR) y pruebas serológicas. La infección por C. trachomatis puede producir epididimitis, prostatitis con la presentación de un escroto agudo, y síndrome de Reiter. 10-15% de los casos pueden estar causados por otros agentes como Ureaplasma urealyticum, Micoplasma genitalium, Trichomonas y Herpes simplex.
El esquema de tratamiento recomendado para paciente con uretritis no gonocócica es (debe asumirse infección concurrente por N. gonorrhoeae):
  • Azitromicina 1 gramo, en dosis única. 
  • Doxiciclina 100 mg, cada 12 horas por 7 días. 
  • Eritromicina 500 mg, cada 6 horas por 7 días. 
  • Ofloxacina 300 mg, cada 12 horas por 7 días. 
  • Levofloxacina 500 mg, una vez al día por 7 días.
Gonococo 

El período de incubación es de 2-5 días. Se caracteriza por la presencia de una descarga uretral y disuria. Inicialmente es escasa y mucoide, pero en un día o dos se torna francamente purulenta. En la mujer, la uretra y el cérvix, pero no la vagina, pueden exhibir la misma secreción que, a veces, se observa en la zona anal. En los hombres que tienen sexo con hombres, la descarga puede ser anal, cuya mucosa aparece eritematosa, friable, dolorosa. La faringe puede ser hiperémica o mostrar aumento del tamaño de las amígdalas. El examen directo de la secreción y el cultivo constituyen las pruebas diagnósticas. 

Tratamiento

  • Ceftriaxona 125 mg, IM, única dosis, o 
  • Ciprofloxacina 500 mg, VO, única dosis, o 
  • Ofloxacina 400 mg, VO, única dosis, o 
  • Levofloxacina 250 mg, VO, única dosis, o más 
  • Azitromicina 1 g, VO, única dosis, o 
  • Doxiciclina 100 mg, cada 12 horas por 7 días
Infecciones por papiloma virus 

Existen más de 100 tipos de virus del papiloma humano (VPH). Entre ellos se cuentan los que causan las verrugas de manos y pies y la epidermodisplasia verruciforme. Igualmente los de la papilomatosis recurrente respiratoria de los niños, que probablemente se adquiere durante el paso por el canal cervical; la forma adulta se adquiere por un número mayor del esperado de contactos sexuales y por sexo oral; 30 tipos pueden afectar el área genital. Algunos, como el 6 y el 11, producen condilomas acuminados o neoplasia intraepitelial de bajo grado. Otros, como el 16 y 18, causan neoplasia de alto grado o carcinoma cervical. Virtualmente todos los cánceres cervicales contienen DNA del papiloma virus de los tipos 16, 18, 31 ó 45. La mayoría de las infecciones genitales son asintomáticas o subclínicas, pero pueden predisponer o causar el cáncer del cuello uterino.

Se recomienda el siguiente tratamiento:
  • Podofilina al 0,5%, aplicado 2 veces al día por 3 días, y luego se deja de aplicar por 4 días. Este ciclo se repite 4 veces más. El área total no debe exceder los 10 cm2 .
  • Imiquimod al 5% crema, aplicada 1 vez en la noche, 3 veces a la semana por 16 semanas. El área de tratamiento debe ser lavada con agua y jabón 6 a 10 horas después de la aplicación.
  • Crioterapia con nitrógeno líquido o crioprobe, se repite cada 1 ó 2 semanas.
  • Resina de podofilina al 10 y 25%. Se aplica directamente en el área y se puede repetir cada semana, en una extensión menor de 10 cm2 y menos de 0,5 mL, para evitar la absorción sistémica.
  • Ácido tricloroacético o ácido bicloroacético. Se aplica semanalmente a necesidad.
Durante el embarazo, todos estos medicamentos están contraindicados (a excepción de la crioterapia), por lo cual se debe practicar cesárea y evitar la posibilidad de papilomatosis laríngea en el recién nacido.

Herpes genital 

Es una infección crónica, viral, de larga vida. Se han identificado dos tipos de herpes virus: HSV-1 y HSV-2. La mayoría de los casos de herpes genital es producido por el tipo 1 en primer episodio y, en casos recurrentes, se observa con mayor frecuencia el tipo 2. Las lesiones se inician con sensación de ardor y dolor en la zona, leve malestar general, rara vez febrícula y dolores óseos; luego, hay eritema cutáneo y, posteriormente, la aparición de pequeñas vesículas uniloculares, brillantes, que se van uniendo hasta formar zonas de vesículas confluentes, sobre área eritematosa y, con frecuencia, acompañadas de adenopatías regionales. A veces, las lesiones se extienden al área perianal, escroto, vulva, mucosa vaginal y cuello uterino. El diagnóstico se realiza por aislamiento del virus de las lesiones en los cultivos; sin embargo, la sensibilidad de estos es muy baja, al igual que los preparados citológicos (test de Tzanck). La técnica de PCR es la técnica de elección para detectar el virus, especialmente en el líquido cefalorraquídeo en casos de compromiso del SNC. Por otro lado, se debe especificar el tipo de virus por medio de la realización de pruebas serológicas que identifican las glicoproteínas virales 1 y 2. 
El tratamiento antiviral ofrece beneficios clínicos a los pacientes sintomáticos; para pacientes con primer episodio se recomienda el siguiente régimen:
  • Aciclovir 400 mg, cada 8 horas por 7 a 10 días. 
  • Aciclovir 200 mg, 5 veces al días por 7 a 10 días. 
  • Famciclovir 250 mg, cada 8 horas por 7 a 10 días. 
  • Valaciclovir 1 gramo, cada 12 horas por 7 a 10 días 
Sífilis 
Es una enfermedad sistémica causada por el Treponema pallidum. La forma primaria se caracteriza por la aparición del chancro de Hunter, una lesión generalmente única, asintomática pero dolorosa a la presión, acompañada de adenopatías regionales; la localización normal es genital, pero a veces se ve una localización extragenital, como la boca, ano o dedos de las manos. La forma secundaria se caracteriza por lesiones cutáneas maculares (roseola), papulares (condiloma plano, rupias, sifílides nigracantes), nódulos y lesiones papuloulcerosas o gomas sifilíticos. En la fase terciaria de la sífilis aparecen las formas gomosas en la piel, tubérculos y las formas neurológicas. 

El tratamiento de la sífilis primaria y secundaria recomendado, porque ha probado su efectividad, es: 
  • Penicilina benzatínica 2,4 millones UI IM, en dosis única.
En pacientes alérgicos a la penicilina, se recomienda utilizar:
  • Doxiciclina 100 mg, cada 12 horas por 14 días. 
  • Tetraciclina 500 mg, cada 6 horas por 14 días. 
  • Ceftriaxona 1 g, IM, por 8 a 10 días. 
  • Azitromicina 2 g, única dosis.
Neurosífilis 
Los pacientes se presentan con disfunción cognitiva, déficit motor y sensitivo, síntomas auditivos y oftálmicos (uveítis, neuritis óptica), parálisis de nervios craneales y síntomas y signos de meningitis.
El esquema de tratamiento recomendado es:
  • Penicilina cristalina 3 a 4 millones, cada 4 horas IV por 10 a 14 días. 
  • Penicilina procaínica 2,4 millones IM, 1 vez al día por 10 a 14 días.
  • Probenecid 500 mg, VO, cada 6 horas por 10 a 14 días.
Los esteroides no han demostrado efectos benéficos. Se debe realizar seguimiento con evaluación del líquido cefalorraquídeo cada seis meses hasta que el conteo celular sea normal; si después de dos años el líquido aún no es normal, se debe emprender un nuevo esquema terapéutico.

Prevención 

La prevención primaria inicia con los cambios comportamentales sexuales que ponen a las personas en riesgo de contraer cualquier ETS. Los trabajadores de la salud deben proveer educación y consejería a sus pacientes. En el caso de hepatitis B, se debe realizar vacunación para prevenir esta y otras ETS. La vacunación contra hepatitis A se recomienda en pacientes homosexuales y en usuarios de drogas intravenosas.
Ya está disponible una vacuna cuadrivalente contra el papiloma virus (tipos 6, 11, 16 y 18) para mujeres entre los 9 y los 26 años de edad.
No se recomienda el uso de espermicidas y mé- todos de no barrera, puesto que estos no previenen la aparición de ETS y, además, producen disrupción del epitelio genital con incremento en el riesgo de transmisión del VIH. Para la prevención de las ETS se recomienda el uso del condón o la abstinencia, además de la monogamia. 


 







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